La boccia es un deporte de precisión y estrategia, similar a la petanca, creado originalmente para deportistas con parálisis cerebral. Hoy en día, está abierto a cualquier jugador con discapacidades físicas severas. Forma parte del programa paralímpico y destaca por valorar la táctica y la precisión, sin requerir fuerza física.
La boccia, estrechamente ligada a las competiciones paralímpicas, tiene sus raíces en juegos antiguos que se practicaban hace miles de años. Este deporte ha ido evolucionando a lo largo de los siglos, incorporando elementos de distintas culturas y épocas.
Las primeras formas de la boccia se remontan a la Antigüedad. Unas pinturas murales egipcias que datan del año 5200 a. C. muestran figuras lanzando piedras con forma de bola, lo que sugiere una versión primitiva de este tipo de juego. Los griegos y los romanos adoptaron variantes similares, que a menudo eran jugadas por las élites como pasatiempo.
En los años 70, la boccia fue adaptada específicamente para personas con parálisis cerebral, ofreciendo un deporte competitivo en el que personas con discapacidades físicas severas podían competir en igualdad de condiciones. El nombre «boccia» proviene del italiano y del latín, y significa "bola".
Su inclusión en los Juegos Paralímpicos de Nueva York en 1984 supuso un punto de inflexión para la boccia, llevándola al escenario deportivo internacional y fomentando un mayor reconocimiento de la inclusión en el deporte.
El objetivo principal en la boccia es lanzar o hacer rodar unas bolas de cuero de colores lo más cerca posible de una bola blanca más pequeña llamada «jack». El juego se desarrolla en una pista plana y rectangular de 12,5 metros de largo por 6 metros de ancho. Una ronda termina cuando todos los jugadores han lanzado todas sus bolas, y los puntos se asignan según la cercanía de las bolas al jack.
Los jugadores se clasifican según su nivel de discapacidad física en varias categorías, que van desde BC1 hasta BC4 :
Los jugadores no solo deben apuntar al jack, sino también colocar sus bolas de forma estratégica para bloquear a los rivales o mover las bolas del contrario, aumentando así sus propias posibilidades de sumar puntos.
La boccia, mucho más que un simple juego, tiene un impacto profundo y un alcance amplio, especialmente en las comunidades de personas con discapacidad. Aquí algunos aspectos clave de su impacto y su relevancia.
Es un claro ejemplo de deporte inclusivo, ya que permite que personas con distintos niveles de discapacidad física participen activamente. Al abrir la competición a quienes de otro modo podrían quedar excluidos del deporte tradicional, la boccia contribuye a romper barreras y a fomentar una sociedad más inclusiva.
Desde su inclusión en los Juegos Paralímpicos en 1984, la boccia ha ganado visibilidad y popularidad, inspirando a miles de personas en todo el mundo a participar en este deporte y a seguirlo con interés.
La boccia se practica hoy en más de 50 países, con federaciones nacionales e internacionales dedicadas a promover y regular este deporte.
Los clubes locales de boccia y los eventos que se organizan ofrecen oportunidades para socializar, disfrutar del tiempo libre y competir. Estas actividades fortalecen los lazos dentro de la comunidad y ofrecen un apoyo fundamental a las personas con discapacidad y a sus familias.
La boccia es mucho más que un juego. Es un deporte que ayuda a incluir a todo el mundo, sin importar su discapacidad. Demuestra que el deporte puede unir a las personas y hacer que se sientan valoradas y respetadas. Al practicarse en todo el mundo y formar parte de los Juegos Paralímpicos, la boccia demuestra que las adaptaciones son posibles para que todas y todos puedan participar. Este deporte es un claro ejemplo de cómo, juntos, podemos transformar las cosas.